César Manrique (1919-1992), originario de Arrecife (Lanzarote, Islas Canarias), fue un destacado artista español cuya obra se caracteriza por la integración de arte y naturaleza. Tras estudiar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, Manrique amplió sus horizontes artísticos durante su residencia en Nueva York de 1964 a 1968. En esta ciudad, se sumergió en la escena del arte moderno, absorbiendo influencias del expresionismo abstracto americano, el arte pop, la nueva escultura y el arte cinético. Desde sus inicios, manifestó una profunda fascinación por la geología y los entornos volcánicos de su isla natal, incluyendo en sus obras una visión poética de la tierra. Su propuesta de integrar la creación artística en el paisaje de manera armónica emergió con fuerza a su regreso a Lanzarote, marcando un hito en la cultura canaria y redefiniendo el diseño urbano sostenible en la región.
Epicentro captura la experimentación plástica que César Manrique desarrolló durante los años setenta, una etapa en la que su lenguaje pictórico se volvió cada vez más abstracto, con intensas evocaciones del paisaje insular de Lanzarote. En este cuadro, el artista crea superficies de aspecto geológico donde predomina el negro del paisaje isleño con pigmentos y texturas que aluden a formaciones volcánicas y a la erosión característica de la isla. La imagen parece un corte transversal de un volcán o un géiser —posiblemente uno del Timanfaya, epicentro volcánico de Lanzarote—, en el que podemos distinguir la chimenea, el cráter y el cono del que parece estar emergiendo una gran nube de vapor o gases.
Manrique fue pintor, escultor, arquitecto y artista multidisciplinar. Además de su labor artística, Manrique destacó por su activismo ecológico, subrayando su compromiso con la conservación del entorno natural. Promovió el desarrollo sostenible en Lanzarote, combatiendo la proliferación del turismo masivo y defendiendo la preservación de los paisajes volcánicos que le inspiraron. Su obra ha cobrado un valor renovado, no solo por su calidad estética, sino también por su mensaje ecológico y su legado para la preservación de la identidad paisajística y cultural de la isla.