Agustin Ibarrola (Bilbao, 1930- Usánsolo, 2023) que se formó inicialmente en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao, consiguió en 1948 una beca del Ayuntamiento de esta ciudad y de la Diputación de Vizcaya para continuar su formación en Madrid en donde entra en contacto con el cubismo de la mano de Daniel Vázquez Díaz. Tan solo con veinte años es invitado a participar en los trabajos de la basílica de Arantzazu (Guipúzcoa) donde conocerá a Jorge Oteiza, Eduardo Chillida o Lucio Muñoz, figuras claves de la revolución plástica de la vanguardia española de los años 50. Su trabajo desde este momento comporta una actitud de experimentación permanente en los elementos figurativos y constructivos, pero, sobre todo, en la base ideológica de su obra.
En Caseríos en primavera, Ibarrola presenta una visión geométrica y estilizada del paisaje rural vasco, un motivo recurrente a lo largo de su carrera. Pintada en 1973, esta obra refleja su interés por la simplificación de formas y el uso audaz del color para capturar la esencia del entorno natural y cultural de su tierra. La estructura compositiva del cuadro se basa en líneas diagonales y áreas de color bien definidas, creando una sensación de profundidad y dinamismo. Los verdes vivos del paisaje, contrastando con patrones lineales oscuros, evocan una primavera renovada y fértil. Los caseríos, con sus formas definidas y colores que contrastan con el entorno, se integran de manera abstracta pero completa en el paisaje, simbolizando la conexión inseparable entre la naturaleza y la arquitectura humana del País Vasco.
Ibarrola, conocido por su compromiso social y el amor por su cultura, emplea aquí una estética que trasciende la mera representación visual. En una época marcada por intensos cambios sociales y políticos, este tipo de representación más simplificada y abstracta demuestra su evolución hacia un lenguaje visual más volcado en la abstracción formal que en lo descriptivo. Caseríos en primavera es un ejemplo emblemático del enfoque único de Ibarrola, fusionando modernidad con tradición, y destaca su capacidad para transformar paisajes cotidianos en composiciones vigorosas y líricas.
Ibarrola que participó en los Encuentros de Pamplona (1972) y en la Bienal de Venecia (1976) fue reconocido en 1993 con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, y es, sin lugar a dudas, un referente internacional del arte del siglo XX español.