En esta pieza Asins expande la noción de canon musical hacia el ámbito plástico. La artista, que había estudiado la obra de Johann Sebastian Bach y su uso de la fuga, aplicó a la serie Canons el principio de la repetición y variación melódica. Cada una de las 49 impresiones sobre papel incluye una figura negra de perfil anguloso que evoluciona gradualmente en pequeños pasos, del mismo modo en que en la música, las voces se suceden, se imitan y se transforman con leves variaciones. Asins adopta un método cercano a las partituras: empieza con una melodía visual elemental (en este caso, las formas) que va acumulando cambios o desplazamientos. La artista traduce así la estructura de la fuga a un plano secuencial: cada hoja funciona como un compás en el que la forma experimenta un cambio o desplazamiento, buscando transmitir la idea de ritmo y progresión sin recurrir a elementos narrativos. La ausencia de elementos decorativos o cromáticos subraya el papel de la composición seriada, que evoca un discurso entre sonido y silencio, volumen y vacío. De este modo, la obra se concibe como una partitura visual que invita a ser leída o interpretada. Canons 49 pertenece a la vertiente más conceptual de Elena Asins, y su búsqueda de la síntesis: la obra está despojada de toda referencia figurativa o narrativa para erigirse en un sistema regido por la lógica.
A lo largo de su carrera, Asins expuso en instituciones como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, recibiendo distinciones destacadas como el Premio Nacional de Artes Plásticas (2011).