En 1876, Anselmo Guinea (Bilbao, 1854-1906) regresó de su primera estancia en Roma, llevando consigo una base técnica profundamente influenciada por el preciosismo y el detallismo característicos de la pintura italiana de la época. Sin embargo, su regreso a Bizkaia marcó un cambio significativo en su enfoque artístico, orientándose hacia la representación del paisaje local. En este periodo, Guinea se centró en plasmar escenas de su entorno con una luz y una atmósfera que denotan una búsqueda de realismo y una conexión íntima con la tierra. Playa de Bakio pertenece a este lustro vizcaíno que se verá interrumpido justamente en el año 1881, cuando el artista regresará a Roma para una segunda estancia.
La composición se organiza en diferentes planos que guían la mirada desde las figuras de pescadores vestidos con atuendos típicos en primer término -que se encuentran probablemente recogiendo almejas y desaparejando una barca en el margen izquierdo- hasta el horizonte, donde se puede ver una familia burguesa, “moderna”, con sombrillas y vestimentas elegantes junto a una casilla de playa típica de principios de siglo. El uso magistral del color, especialmente en las tonalidades del cielo y el reflejo del agua, nos muestra el dominio técnico de Guinea y su capacidad para capturar la luminosidad y los matices del paisaje. El artista combina su habilidad técnica adquirida en Roma y París con una nueva sensibilidad hacia la naturaleza de su tierra natal. La representación de la playa no solo celebra la belleza del entorno natural de Bizkaia sino que también capta un momento de la vida cotidiana en el que el trabajo rural y el paisaje conviven en armonía, añadiendo las notas de la modernidad que se avecina.