En este pequeño lienzo, la artista se sirve de una paleta de colores vivos. Adnan emplea habitualmente pinceladas directas, sin mezclar, para obtener un color nítido y casi primario, en este caso —amarillo, verde, ocre y azul— generando áreas de color que, en su aparente simplicidad, evocan un paisaje a medio camino de la abstracción. El resultado sugiere un horizonte o la silueta de una montaña en un día luminoso. A pesar de su reducido formato, la obra transmite intensidad y serenidad. Aunque la artista no pone título a muchas de sus pinturas, las formas remiten algunas veces a elementos arquetípicos o reconocibles, la idea de un amanecer o una puesta de sol, un horizonte marítimo o la inmensidad del campo. Este uso del color como bloques definidos es una constante en su producción, con la que la artista buscaba crear un paisaje interior, en sintonía con su vocación poética.
La obra de Etel Adnan ha sido expuesta en instituciones como el MoMA de Nueva York, el Centre Pompidou de París o el Guggenheim de Nueva York, donde se realizó una retrospectiva de la artista en el año 2021.