Para este Díptico II, la artista selecciona un rango de números distinto al Díptico I, también en la colección Iberdrola. Esta segunda pieza introduce quiebros y recorridos serpenteantes, enfatizando la noción de itinerario matemático y resaltando la potencialidad espacial de la serie. El juego entre superficie bidimensional y estructura en relieve —que la artista, como en la otra obra, trata de potenciar mediante la utilización del hilo— se mantiene, pero en este caso el itinerario es mucho más complejo, casi laberíntico, remitiendo ineludiblemente al misterio y la infinitud de la serie de números primos. El uso de las matemáticas le permite un marco de trabajo con normas externas a su subjetividad que resulta una fuente de juego e inspiración para hablar de lo eterno y lo infinito.
A lo largo de su trayectoria, la obra de Esther Ferrer se ha exhibido en instituciones de primer orden, como el Museo Reina Sofía de Madrid o el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris. Ha participado además en citas tan relevantes como la Bienal de Venecia y la Documenta de Kassel. Sus reconocimientos incluyen el Premio Nacional de Artes Plásticas (2008) y el Premio Velázquez de Artes Plásticas (2014). Sus creaciones, valoradas por la crítica y el público, se encuentran en importantes colecciones públicas y privadas.