• Costureras en el parque
      

Costureras en el parque (1884-1885)

Aunque poco conocido fuera del País Vaco, Adolfo Guiard supuso el comienzo de la renovación de la pintura española cuando ésta aún se desenvolvía entre tópicos academicistas e influencias romanas. El fue el primer artista español que en 1878 decidió viajar a París para formarse como pintor, consciente de que era allí donde se gestaban las fuerzas artísticas que apuntaban al futuro. Esta escena de jardín, bajo la influencia de Edmund Degas, a cuyo círculo de jóvenes seguidores perteneció junto a Forain y Zandomenighi entre otros, fue pintada en 1885, poco antes de regresar a Bilbao, donde predicó la fe impresionista, polemizó con sus detractores y gestó un espíritu de oposición a concursos, medallas y toda la burocracia que dominaba la escena artística española del momento.


Estos primeros pasos del arte vasco en el impresionismo, dados con la cercanía inmediata de Edgar Degas, rezuman una sensibilidad que no solo gustaba del mundo femenino, sino que –podríamos decir– era ella misma femenina. El sosiego de los gestos, la concentración laboral, el pensamiento de las manos, el silencio en compañía o las palabras susurradas y el contacto con una naturaleza ordenada motivaron la mirada de Guiard en sus últimos años parisinos, un interés que trasladó a sus pinturas en tonos ocres y verdes.

Al cabo de varios años de residir en París, durante los que llevó a cabo un acercamiento realista a barrios periféricos de carácter industrial y a desoladas instalaciones fabriles, Adolfo Guiard realizó un conjunto de pinturas sobre mujeres que charlaban o cosían juntas en jardines al borde de estanques. Ello le supuso avanzar hacia la madurez de su estilo personal, que alcanzaría su primera plenitud cuando dos años más tarde, ya de regreso en Bilbao, realizó las pinturas para la Sociedad Bilbaína. Estas mujeres afanadas en agujas, hilos y telas, ensimismadas y silenciosas, rodeadas por la difusa luz que atraviesa el ramaje del árbol bajo el que laboran, centraron el interés del pintor, junto a otras que, en interiores de restaurantes y cafés, conversaban entre ellas bajo la ocre iluminación eléctrica.

 
Aldeanita en las labores del campo
1892
Joven pintando
 
Aldeanita en las labores del campo
1892
Joven pintando