Tres de las obras seleccionadas para esta exposición han sido sometidas a una delicada y profunda restauración en la que participa la Fundación Iberdrola España como miembro Protector del Programa de Restauración del Museo del Prado.
El Museo del Prado abre al público una exposición de carácter excepcional tanto por la singularidad de la materia utilizada en el soporte como por su fragilidad, cualidad que hace que algunas de estas obras sean poco conocidas.
“IN LAPIDE DEPICTUM. Pintura italiana sobre piedra, 1530-1555”, que puede visitarse hasta el 5 de agosto en la sala D del edificio Jerónimos, reúne una selección de nueve obras realizadas sobre piedra monocroma -pizarra y mármol blanco-, por autores italianos como Sebastiano del Piombo, Tiziano, Daniele da Volterra y Leandro Bassano, que reflejan la consolidación de una corriente de cambio en las técnicas artísticas que se produjo en las primeras décadas del siglo XVI. Junto a ellas, obras del mundo clásico romano y materiales pétreos en bruto contextualizan la relación de la pintura con la Historia Natural, la Geología y la Arqueología.
Las dos obras de Tiziano y la del taller de los Bassano, conservadas en el
Prado, han sido sometidas a un delicado y profundo proceso de restauración
en el que, gracias al patrocinio de la Fundación Iberdrola España, han
participado diferentes especialidades dentro de esta disciplina
(pintura, marcos y soporte) para que el visitante pueda apreciar en su
plenitud la singularidad de estas obras realizadas al óleo en soportes
tan especiales y raros de encontrar en la historia del arte.
El Museo del Prado presenta por primera vez una exposición -comisariada
por Ana González Mozo, Técnico Superior de Museos del Área de Restauración
del Museo del Prado- dedicada a la pintura
italiana realizada sobre piedra para mostrar al público el
resultado de los estudios realizados sobre estas obras, incidiendo en
temas hasta ahora poco difundidos. Una selección de la escogida colección
del Prado, junto a dos obras procedentes de Nápoles, refleja la
consolidación de una corriente de cambio en las técnicas artísticas
que se produjo en las primeras décadas del siglo xvi. También ejemplifican
conceptos estéticos y filosóficos vigentes en ese momento: la reproducción
de nuevos efectos pictóricos controlando la incidencia de la luz
en la superficie de la pintura, la percepción del entorno natural
codificada en los textos clásicos, el paragone con la escultura
y el deseo de hacer creaciones eternas.
Aunque existen algunas experiencias previas de carácter general en este
tipo de muestras, el Museo del Prado ha querido profundizar en este
fenómeno. Por una parte, estudiando las teorías que estimularon su
desarrollo y, por otra, explorando el origen de la técnica,
su relación con el mundo clásico y los procedimientos pictóricos que
pusieron a punto Sebastiano del Piombo, Tiziano y Daniele da Volterra para
conseguir resultados cromáticos diferentes, al tiempo que,
utilizando soportes poco tradicionales, las obras llegasen hasta
nuestros días en buen estado de conservación.
La naturaleza del soporte y la estrecha relación establecida con la piedra
policromada de tradición clásica durante el estudio ha fomentado la
colaboración con otras disciplinas como la Historia Natural, la Geología y
la Arqueología. Una colaboración que ha permitido profundizar en
la práctica y en el conocimiento de las obras y que se refleja en la
exposición en varias vertientes. Por una parte, con la presencia de piezas
pertenecientes a estos ámbitos: obras del mundo clásico romano y
materiales pétreos en bruto, que ayudan a contextualizar las pinturas
seleccionadas y, por otra, en una serie de estudios muy concretos,
llevados a cabo con medios específicos de las mencionadas disciplinas,
cuyos resultados verán la luz en una publicación asociada a la
muestra.